Vacía.
Puedo sentir un huracán en el estómago
desordenando la perfectamente clasificada información sobre mí. Qué quiero. Qué me gusta. Qué ansío. Y sobre todo, de qué manera conseguirlo. Todo perfectamente organizado y etiquetado. Mis sensaciones enfoliadas, protegidas contra el desastre. Lo vives, lo aprendes. Ese gigante castillo de naipes tan perfecto, puede ser derrumbado con el sutil viento de una ventana naranja titilando en el escritorio de mi pc. Un nombre cuyas letras están en cajas. Cajas como las mías, como mis archivos cada vez más confidenciales. ¿Dejar de ser un libro abierto ayudará? Empecé a dejar de contarle a la gente, de contar con ellos realmente. Empecé a preferir quedarme en casa mirando una serie, o haciendo arrumacos con mi almohada, pasando el frío entre frazadas... y el único calor que recibo es del caloventor, magnífico aparato resultó ser, una excelente compañía que se queda conmigo cuando estudio y cuando lloro.
Me aseo, me peino, me pongo el tratamiento nocturno en el pelo, me exfolio la cara, me depilo, uso cremas hidratantes, blanqueadoras, reafirmantes, etc. Me limo las uñas, las pinto, les pongo reforzador, calcio, etc. Me compro maquillaje, aprendí a pintarme con un tutorial en you tube. Me compro ropa los sábados a la mañana, y zapatos de colores en cualquier oportunidad de oferta que se me cruce entre tantas vidrieras camino a algún lado, o con cada nueva desilusión amorosa: tengo rojos, azules, amarillos, verdes, fuccias, negros, marrones, y por supuesto, carteras que convienen con ellos. Sin embargo duermo con Ernesto todas las noches, me da verguenza que mi remera vea cuán capitalista y consumista me he vuelto... pero la pequeña revolucionaria de 14 años ya tiene 20 y tuvo que acomodarse al sistema.
Así que acá me tiene, codiciando un celular que no puedo pagar, adicta a la tarjeta de crédito... convertida en mi propio blanco de críticas una vez más.
Es difícil reconocerme, pero más aún es hacerme entender por los demás. Estoy sola. Pero hubo un período de tiempo entre los marzo del 2006 y 2009 que no lo estuve. Que sentí contención, que sentí comodidad en los brazos grandotes de otra persona, en la sonrisa de otra persona, en los ojos rasgados de otra persona, en la mirada dulce y brillante de otra persona, en las caricias de otra persona. Respaldo en semejante espalda. Amor en semejantes besos.
Era de esperarse, que alguien que no se conoce, que no pueda reternerse a sí misma, menos pueda aún retener a otra persona.
Hay personas que no saben ser felices, y por eso tampoco, pueden hacer felices a los demás.
Quiero estar sola. Asique este es el plan: dejo de intentar relacionarme con los demás, robotizando la vida. Adios mamá, papá, hermana, tios, abuelos, laura, das, cele, car.
Adios Ezequiel.
Let it be!
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