lunes, febrero 17

Limbo

A pesar de la hipérbole propia de la teología, se sabe a fuerza de sentido común, que el "Limbo" es un sitio gris. Es ese momento o lugar sin definición, donde muchas veces nos encontramos a la "espera de" una salida. Esa salida que esperamos mientras sufrimos las indeterminaciones, propias o ajenas, que muchas veces nos excede en capacidad lógica, rebasando los límites del propio cuerpo hacia el interior de las emociones más arraigadas.

Todos bien sabemos, aunque de ello poco se hable, que el Limbo no es una pausa para pensar, un cuarto de luz blanca donde alcanzamos un estado de meditación que, bien practicado, nos muestre la salida en forma de epifanía. No. El Limbo es un lugar de sufrimiento. Nuestras almas sufren atravesadas por perplejidades cual espadas, donde generalmente dos personas -no entiendo de dónde surge esa manía por el par- juegan esgrima valiéndose a modo de escudo, con esa maldita madeja de sentimientos que nos constituyen como personas.

No seamos ilusos,  muchos de nosotros somos enroscados por naturaleza, e ingresamos en el limbo casi gustosamente, de un talante inconfundiblemente masoquista. Nos place usar esa depresión como excusa para estar en la cama, mirar televisión, dormir, o escribir en un viejo blog. Dramatizamos -generalmente los piscianos- porque vivir la vida como si se tratara de la trama de una novela de Canal 9 alimenta ese falso protagonismo que muchas veces oficia de sustito, para el ausente desarrollo del propio autoestima.

El Limbo es un sitio altamente adictivo, para aquellas personas seducidas por la conducta autodestructiva, plagados de dicotomìas, bipolaridades, muchas veces seres veborrágicos y en continuo estado de ciclotimia. Es el lugar donde podemos refugiarnos en el ojo de huracán y pausarnos, aunque cada día invertido en el Limbo, no genera más que pérdidas.

Caer en la cuenta de esa adicción, es el picaporte para la puerta de salida. Aunque veces nos damos cuenta cuánto nos tienta el otro lado del umbral, donde se puede pasar el día en la cama mirando la pantalla del Whatsapp, stalkeando a alguien y no terminar de decidir si se sufre más por el "En Linea" sin "Escribiendo", o el "Ult. vez utilizado", sin mensajes.

Let it be!